viernes, 25 de octubre de 2013

Resumen de los estudios sobre las consecuencias en la reproducción (III)


inferior a 20 horas por semana (1,2; IC 95 % 0,88 – 1,6) e igual o
superior a 20 horas por semana (1,3; IC 95 % 0,87 – 1,5), no mostraron diferencias importantes cuando se ajustaron por variables como el grupo profesional, la edad de la madre, la pérdida fetal previa, el consumo de alcohol y de tabaco. En un análisis posterior de las mujeres del grupo control, no se observó un riesgo significativamente mayor de bajo peso al nacer o de retardo del crecimiento intrauterino.
Se realizó un estudio de casos-control en 24.352 embarazos ocurridos entre 214.108 empleadas de comercios y oficinas en Dina- marca, entre 1982 y 1985 (Brandt y Nielsen 1990). Los casos,
421 mujeres que respondieron a las preguntas de las 661 mujeres que tuvieron hijos con malformaciones congénitas y que trabajaron durante el embarazo, fueron comparadas con 1.365 mujeres que respondieron
a las preguntas de 2.252 trabajadoras embarazadas seleccionadas aleatoriamente. Los embarazos, su resultado y el tipo de empleo se determinaron mediante el cruce de tres bases de datos. La información sobre el uso de la PVD (sí/no/horas por semana) y otros factores perso- nales y relacionados con el trabajo, como estrés, exposición a disol- ventes, forma de vida y factores ergonómicos, se determinaron mediante una encuesta por correo. En este estudio el uso de las PVD durante el embarazo no estuvo asociado a un mayor riesgo de malformaciones congénitas.
Utilizando la misma base del estudio anterior sobre las malforma- ciones congénitas (Brandt y Nielsen 1990), 1.371 mujeres de las
2.248 cuyos embarazos terminaron en abortos espontáneos con hospi- talización, se compararon con 1.699 embarazos seleccionados aleato- riamente (Nielsen y Brandt 1990). A pesar de que el estudio se realizó en trabajadoras de comercios y oficinas, no todos los embarazos ocurrieron durante el período en que las mujeres estaban empleadas. La medida de la asociación utilizada en este estudio fue la razón entre la tasa de uso de la PVD en las mujeres con abortos espontáneos y la tasa de uso en la población de la muestra (formada por todos los emba- razos, incluidos los que terminaron en abortos espontáneos). La razón de la tasa ajustada de la exposición a la PVD y el aborto espontáneo fue de 0,94 (IC 95 % 0,77 – 1,14).
Se realizó un estudio de casos-control entre 573 mujeres que tuvieron hijos con malformaciones cardiovasculares entre 1982 y 1984
(Tikkanen y Heinonen 1991). Los casos se identificaron a través del Registro Finlandés de Malformaciones Congénitas. El grupo control fue de 1.055 mujeres seleccionadas aleatoriamente entre todos los partos hospitalarios en el mismo período de tiempo. El uso de PVD, clasificado como nunca, regular u ocasional, fue evaluado mediante una entrevista realizada 3 meses después del parto. No se encontró una asociación estadísticamente significativa entre el uso de PVD, en el hogar o en el trabajo, y las malformaciones cardiovasculares.
Se realizó un estudio de cohortes con 730 mujeres casadas, con embarazos entre 1983 y 1986 (Schnorr y cols. 1991). Las mujeres trabajaban como operadoras telefónicas u operadoras de información telefónica para dos compañías telefónicas en ocho estados del sureste de Estados Unidos. Sólo las operadoras de información telefónica utili- zaban PVD en su trabajo. El uso de PVD se determinó a través de los registros de la empresa. Los casos de abortos espontáneos (pérdida fetal antes de la semana 28 de gestación) se identificaron mediante entre- vistas telefónicas; posteriormente, se utilizaron los certificados de naci- miento para contrastar la información de las mujeres con las consecuencias en el embarazo y, siempre que fue posible, se consultó a los médicos. Se midió la intensidad de los campos eléctricos y magné- ticos de muy bajas o extremadamente bajas frecuencias en una muestra de los puestos de trabajo. Los puestos con PVD mostraron intensidades de campo más elevadas que los que no tenían PVD. No se observó un mayor riesgo para las mujeres que utilizaron PVD durante el primer trimestre del embarazo (OR 0,93; IC 95 % 0,63 – 1,38) semanal, y no parecía haber una relación exposición-respuesta cuando se consideró el tiempo de uso de la PVD.
Se utilizó una cohorte de 1.365 empleadas danesas de comercios y oficinas, que trabajaban en la época en que quedaron embarazadas,

identificadas mediante un estudio previo (Brandt y Nielsen 1990;
Nielsen y Brandt 1990), para estudiar la fecundabilidad en relación con el uso de PVD (Brandt y Nielsen 1992). La fecundabilidad se definió como el tiempo entre la interrupción del uso de anticonceptivos y la concepción, y se determinó a través de una encuesta por correo. El estudio mostró un riesgo relativo, de espera prolongada hasta el embarazo, superior en el subgrupo con al menos 21 horas semanales de uso de la PVD. (RR 1,61; IC 95 % 1,09 – 2,38).
Se utilizó una cohorte de 1.699 empleadas danesas de comercios y oficinas, formada por mujeres empleadas y no empleadas en la época en que quedaron embarazadas, identificadas del estudio descrito en el párrafo anterior, para estudiar el bajo peso al nacer (434 casos), los nacimientos pretérmino (443 casos), fetos pequeños para la edad gesta- cional (749 casos) y mortalidad infantil (160 casos) en relación con las pautas de uso de las PVD (Nielsen y Brandt 1992). El estudio no pudo mostrar un mayor riesgo de estos resultados adversos del embarazo en las mujeres que utilizaban PVD.
En un estudio de casos-control se encuestó a 150 mujeres nulíparas con abortos espontáneos diagnosticados clínicamente y a 297 mujeres nulí- paras trabajadoras, que acudían a un hospital de Reading, Inglaterra, para recibir asistencia prenatal entre 1987 y 1989 (Roman y cols. 1992). Las entrevistas personales se realizaron durante la primera visita prenatal, en los controles, y tres semanas después del aborto, en las mujeres con abortos espontáneos. Para mujeres que indicaron que utilizaban PVD, se evaluó el tiempo de exposición estimado en horas por semana y la fecha de la primera exposición. También se evaluaron otros factores como las horas extra, la actividad física en el trabajo, el estrés y el confort físico en el trabajo, la edad, el consumo de alcohol y el número de abortos previos. El índice de probabilidades de aborto espontáneo en las mujeres que trabajaban con PVD fue 0,9 (IC 95 % 0,6 – 1,4), y no hubo relación con el tiempo de uso de la PVD. Los resultados no variaron cuando se ajustaron por otros factores como la edad de la madre, consumo de tabaco, alcohol
y los abortos espontáneos previos.
A partir de una población de empleados bancarios y de oficina de tres empresas finlandesas, se identificaron 191 casos de abortos espon- táneos con hospitalización y 394 controles (nacimientos vivos) utilizando los registros médicos finlandeses de 1975 a 1985 (Lindbohm y cols.
1992). El uso de PVD se definió utilizando las informaciones de los trabajadores y de las empresas. La intensidad de los campos magné- ticos se evaluó de forma retrospectiva en un laboratorio, con una muestra de las PVD utilizadas en las empresas. El índice de probabili- dades de aborto espontáneo y uso de PVD fue de 1,1 (IC 95 % 0,7 –
1,6). Cuando se agrupó a las usuarias de PVD según la intensidad de los campos de las PVD utilizadas, el índice de probabilidades fue de
3,4 (IC 95 % 1,4 – 8,6) para las trabajadoras que utilizaron PVD con un campo magnético más intenso, en la banda de las extremadamente bajas frecuencias (0,9 T), comparadas con las que utilizaron PVD con niveles de intensidad de campo inferiores a los límites de detección
(0,4 T). Tal índice de probabilidades varió muy poco cuando se ajustó
por factores ergonómicos y de carga mental de trabajo. Cuando se comparó a las trabajadoras expuestas a una intensidad mayor de los campos magnéticos con trabajadoras no expuestas a las PVD, el índice de probabilidades dejó de ser significativo.
Se realizó un estudio sobre consecuencias adversas en el embarazo y fertilidad en funcionarias de la hacienda británica (Bramwell y Davidson
1994). De los 7.819 cuestionarios enviados por correo en la primera etapa del estudio, se recogieron 3.711. El uso de las PVD se determinó con este primer cuestionario. La exposición se evaluó como horas de uso de PVD por semana durante el embarazo. Un año más tarde, se envió un segundo cuestionario para evaluar la incidencia de consecuencias adversas en el embarazo entre estas mujeres. Se obtuvieron 2.022 respuestas de las participantes originales. Como posibles factores de confusión se incluyeron el historial del embarazo, factores ergonómicos, factores de estrés laboral y consumo de cafeína, alcohol, tabaco y tran- quilizantes. No hubo relación entre el nivel de exposición determinado un año antes y la incidencia de consecuencias adversas en el embarazo.

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