Desde hace al menos dos milenios se ha venido deteriorando la calidad del agua natural hasta llegar a niveles de contaminación que limitan estrictamente los usos del agua o la hacen perjudicial para los humanos. Este deterioro se ha relacionado con el desarrollo socioeconómico en las cuencas fluviales, pero en la actualidad el transporte atmosférico de contaminantes a largas distancias ha modificado el panorama: hasta zonas muy alejadas pueden verse indirectamente contaminadas (Meybeck y Helmer 1989).
Las primeras manifestaciones de contaminación de las aguas urbanas las encontramos en la Edad Media, con noticias y quejas sobre la insuficiencia de los sistemas de eliminación de los excrementos, los cursos de agua sucia y hedionda en las ciudades superpobladas y otros problemas similares. La primera vez que se estableció una vinculación causal clara entre la mala calidad del agua y los efectos sobre la salud humana se remonta a 1854, año en que John Snow atribuyó el brote de una epidemia de cólera en Londres a una determinada fuente de agua potable. Desde mediados del siglo XX, y coincidiendo con el inicio de un crecimiento industrial acelerado, se han venido produciendo en rápida sucesión diversos tipos de problemas de contaminación del agua. En la Figura 53.8 se indican esos problemas y el momento de su aparición en los recursos europeos de agua dulce. Como resumen de la situación europea cabe afirmar que: a) se han determinado y estudiado los problemas del pasado (patógenos, balance de oxígeno, eutroficación, metales pesados)
y se han identificado y aplicado en mayor o menor medida los controles necesarios, y b) los problemas de hoy son de otro tipo: por una parte, fuentes puntuales y difusas de contaminación “tradicionales” (nitratos) y problemas de contaminación ambiental generalizada (compuestos orgánicos sintéticos), y, por otra, problemas “de tercera generación” que interfieren los ciclos globales (acidificación, cambio climático).
En el pasado, la contaminación del agua en los países en desa- rrollo se debía principalmente a los vertidos de aguas residuales sin tratar. La situación es hoy más compleja debido a la produc- ción industrial de residuos peligrosos y a la utilización en rápido aumento de plaguicidas en la agricultura. De hecho, en algunos países en desarrollo, al menos en los países de industrialización reciente, el problema de la contaminación del agua es más grave que en los países industrializados (Arceivala 1989). Por desgracia, los países en desarrollo en su conjunto están muy atrasados en materia de control de las principales fuentes de contaminación. En consecuencia, la calidad del medio ambiente sufre un
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