viernes, 11 de octubre de 2013

Control del problema (I)

Debido a las formas de distribución de la población, a las restricciones sobre el uso de la tierra, a los costes de transporte y a la preocupación social por los efectos ambientales, existe una gran presión para que se halle una solución al problema de la elimina- ción económica de los residuos peligrosos. Ello ha incrementado el interés por métodos como la reducción en la fuente, el reciclado, la neutralización química y los vertederos de eliminación
(contención) segura de los residuos peligrosos. Los dos primeros reducen la cantidad de residuos producida y la neutralización química su toxicidad, convirtiéndolos a veces en un sólido de más fácil manejo. Siempre que es posible, se prefiere realizar esta operación en el lugar de producción de el volumen que se ha de trasladar. Para los desechos residuales se necesitan instalaciones de eliminación bien diseñadas, dotadas de las mejores tecnologías de transformación química y contención disponibles.
La construcción de vertederos de contención seguros es relati- vamente costosa. Hay seleccionar cuidadosamente el lugar para garantizar que no se producirá rápidamente una contaminación de las aguas superficiales y de los principales acuíferos (aguas subterráneas). El vertedero ha de diseñarse y construirse con barreras impermeables para impedir la contaminación del suelo
y de las aguas subterráneas. Dichas barreras suelen consistir en gruesos revestimientos de plástico y capas de relleno a base de arcilla prensada bajo las zonas de contención. En realidad, la barrera actúa para retrasar el inicio de la filtración, que acaba produciéndose, y para hacerla más lenta, reduciéndola a un ritmo aceptable que no produzca acumulación o contaminación significativa de las aguas subterráneas. La permeabilidad es una propiedad de los materiales que se define como su resistencia a ser penetrados por un líquido o gas en determinadas condi- ciones de presión y temperatura. Hasta la barrera menos permeable, como los revestimientos plásticos o la arcilla pren- sada, acabarán permitiendo el paso de alguna sustancia química líquida a través de la barrera, lo que puede tardar años o incluso siglos en producirse, y una vez iniciada la salida el flujo se mantendrá continuo, aunque puede ser que a una velocidad muy baja. Esto significa que las aguas subterráneas que se hallen inmediatamente debajo de un vertedero de residuos peligrosos corren siempre un determinado riesgo de contaminación, por pequeño que sea. Una vez contaminadas las aguas subterráneas, la descontaminación es muy difícil y con frecuencia imposible. Muchos vertederos de residuos peligrosos se vigilan regular- mente mediante sistemas de recogida de muestras y a través de pruebas en pozos cercanos para comprobar que la contamina- ción no se esté extendiendo. Los más avanzados se construyen con instalaciones de reciclado y transformación “in situ” o en las proximidades para reducir aún más los residuos que finalmente se depositan en el contenedor.

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