Se obtuvieron las consecuencias en el embarazo en todos los casos excepto en 391 embarazos. De esta cohorte, 460 de 556 casos de abortos espontáneos (<28 semanas), 137 de 156 casos de malforma- ciones congénitas y 986 de 1.123 controles (correspondientes a uno de cada cinco nacimientos normales en la cohorte original), respondieron a un cuestionario postal retrospectivo sobre exposiciones químico-ambien- tales, incluidos pesticidas y el uso de PVD durante el embarazo. El índice de probabilidades para las mujeres que utilizaron PVD durante más de
20 horas por semana en el primer trimestre del embarazo, ajustado por

En un estudio realizado en la unidad de maternidad de 11 hospitales del área de Montreal durante un período de dos años (1982–1984), se entrevistó a 56.012 mujeres sobre factores laborales, personales y sociales después del parto (51.855) o del tratamiento por aborto espon- táneo (4.127) (McDonald y cols. 1988). Las mujeres también proporcio- naron información sobre 48.637 embarazos previos. Se registraron las consecuencias adversas en el embarazo (abortos espontáneos, niños nacidos muertos, malformaciones congénitas y bajo peso al nacer) tanto para el embarazo en curso como para los anteriores. La razón entre las tasas observadas y las esperadas se calculó por grupo profesional para los embarazos actuales y anteriores. Las tasas esperadas para cada grupo profesional fueron halladas de las consecuencias en el total de la muestra, y ajustadas por ocho variables, incluidas la edad, el consumo de tabaco y de alcohol. No se encontró un mayor riesgo en las mujeres expuestas a las PVD.
Se realizó un estudio de cohortes en 1.475 mujeres, comparando las tasas de amenazas de aborto, duración de la gestación, peso al nacer, peso de la placenta e hipertensión inducida por el embarazo entre las mujeres que utilizaban PVD y las que no (Nurminen y Kurppa 1988). La cohorte se definió como todos los casos negativos de un estudio previo de casos-control sobre malformaciones congénitas. La información acerca de los factores de riesgo se obtuvo de entrevistas personales. Las razones de las tasas ajustadas y no ajustadas para las consecuencias estudiadas no mostraron un efecto estadísticamente significativo del uso de las PVD.
Se realizó un estudio de casos-control de 344 abortos espontáneos tratados en tres hospitales de Calgary, Canadá, entre 1984 y 1985
(Bryant y Love 1989). Se eligieron dos grupos de controles (314 prena- tales y 333 posparto) entre mujeres que habían dado a luz o que previ- siblemente lo harían en los hospitales del estudio. Se emparejaron los controles con cada caso basándose en la edad que contaban cuando tuvieron el último período menstrual, el número de partos y el hospital en el que se llevaría a cabo el parto. El uso de PVD en el hogar y en el trabajo, antes y durante el embarazo, se determinó mediante entrevista en el hospital, en el caso de los controles postparto y de los abortos espontáneos, y en el domicilio, trabajo o centro de estudio, en el caso de los controles prenatales. Se controlaron las variables socioeconó- micas y obstétricas. El uso de PVD fue similar entre los casos y los controles prenatales (OR=1,14; p=0,47) y postnatales (OR=0,80; p=0,2).
En un condado de California se realizó un estudio de casos-control en 628 mujeres con abortos espontáneos, identificadas a través de muestras enviadas a patología, cuyo último período menstrual tuvo lugar en 1986, y 1.308 controles con nacimientos vivos (Windham y cols. 1990). Los controles se seleccionaron aleatoriamente, en una proporción de dos a uno, entre mujeres emparejadas por la fecha del último período menstrual y por el hospital. Las actividades durante las primeras 20 semanas de embarazo se identificaron a través de entre- vistas telefónicas. También se preguntó a las participantes sobre el uso de PVD durante su trabajo en este período. Los índices de probabili- dades no ajustados entre los abortos espontáneos con un uso de PVD
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