La zona metropolitana de Ciudad de México (ZMCM) está situada en la cuenca mexicana, a una altitud media de 2.240 metros. La cuenca consta de 2.500 kilómetros cuadrados y está rodeada de montañas, dos de las cuales tienen más de 5.000 metros de altura. Su población total se estimó en 17 millones en 1990. Por estas peculiares características geográficas y dada la escasez de vientos, hay poca ventilación, con una elevada frecuencia de inversiones térmicas, especialmente en invierno. Las más de 30.000 industrias existentes en la ZMCM y los tres millones de vehículos de motor que circulan cada día por ella son responsables del 44 % del consumo total de energía. La contami- nación del aire se vigila desde 1986, midiéndose el SO2, los NOx, el CO, el O3, las partículas y los hidrocarburos que no contienen metano. Los principales problemas en este ámbito se relacionan con el ozono, sobre todo en la parte suroccidental de la ciudad (Romieu y cols. 1991). En 1992 el límite establecido en el país a este respecto (110 ppmm de máximo en una hora) se superó en la zona durante más de 1.000 horas y alcanzó un máximo de 400 ppmm. En la parte nororiental de la ciudad, cerca del parque industrial, se registran niveles elevados de partículas. En 1992, el promedio anual de partículas inhalables (PM ) fue de 140 g/m3. Desde 1990, el Gobierno viene adoptando importantes medidas de control para reducir la contaminación del aire, entre ellas un programa que prohíbe el uso del automóvil un día a la semana (conforme al último número de la matrícula), el cierre de una de las refinerías más contaminantes de las situadas en Ciudad de México y la introducción de la gasolina sin plomo. Con estas medidas se ha conseguido reducir la presencia de varios contaminantes, sobre todo el SO2, las partículas, el NO2, el CO y el plomo, pero el nivel de ozono sigue constituyendo un problema de gran importancia (véanse las Figuras 53.4, 53.5 y 53.6).
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