miércoles, 4 de septiembre de 2013

Razones para vincular la salud ambiental y la salud en el trabajo (IV)

De hecho, las normas de salud ambiental suelen ser mucho más estrictas que las de salud en el trabajo. Tenemos un ejemplo de ello en los valores de referencia recomendados por la OMS para determinadas sustancias químicas. La diferencia suele justi- ficarse con el argumento de que la comunidad comprende poblaciones sensibles, como personas de edad avanzada, enfermos, niños pequeños y mujeres embarazadas, mientras que la población laboral goza al menos de una salud suficientemente buena para trabajar. También suele aducirse que el riesgo es más “aceptable” para una población laboral, pues son personas que se benefician de tener un empleo, y por consiguiente están más dispuestas a aceptar el riesgo. La cuestión de las normas o criterios suscita vivos debates de carácter político, ético y científico. Vincular la salud en el trabajo y la salud ambiental puede contribuir de forma positiva a resolver esas controversias. A este respecto, estrechar la relación entre los dos ámbitos puede redundar en una mayor coherencia a la hora de establecer las normas.
Probablemente inspiradas, al menos en parte, por el activo debate sobre medio ambiente y desarrollo sostenible propuesto por el Programa 21, muchas organizaciones de profesionales de la salud en el trabajo han cambiado su denominación por la de organizaciones de “salud en el trabajo y salud ambiental” como una forma de reconocer que sus miembros dedican cada vez más atención a los peligros para la salud de origen ambiental tanto dentro como fuera del lugar de trabajo. Además, como se señala en el capítulo dedicado a la ética, en el Código interna- cional de ética para los profesionales de salud en el trabajo se afirma que proteger el medio ambiente es una de las obligaciones éticas de dichos profesionales.
En resumen, la salud en el trabajo y la salud ambiental están estrechamente ligadas por:

• el hecho de que la fuente de la amenaza para la salud suele ser la misma;
• sus metodologías comunes, especialmente en materia de evaluación de la salud y control de las exposiciones;
• la contribución aportada por la epidemiología del trabajo al conocimiento de los efectos de las exposiciones ambientales;
• los efectos de las enfermedades profesionales sobre el bienestar en el hogar y la comunidad, y, a la inversa, los efectos de las patologías ambientales sobre la productividad de los trabajadores;
• la necesidad científica de tener en cuenta las exposiciones
totales para determinar las relaciones dosis-respuesta;
• la eficiencia en el perfeccionamiento y aprovechamiento de los

recursos humanos resultante de dicha vinculación;
• la mejora en las decisiones sobre control de las exposiciones derivada de esta visión más amplia;
• mayor coherencia a la hora de establecer las normas,
• el hecho de que vincular la salud ambiental y la salud en el trabajo es un incentivo más para rectificar los peligros a que están expuestas tanto la población laboral como la comunidad.
Aunque es deseable unir la salud en el trabajo y la salud ambiental, cada una de ellas tiene una orientación propia y específica que no debe perderse. La salud en el trabajo debe seguir centrándose en la salud de los trabajadores, y la salud ambiental atender a la salud del público general. Ahora bien, aunque es conveniente que los profesionales actúen estricta- mente en sólo uno de estos dos campos, comprender bien el otro incrementa la credibilidad, la base de conocimientos y la eficacia del empeño global. Este es el espíritu que anima la presentación del presente capítulo.


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