Además de las cuestiones concretas ya señaladas (vivienda, servicios, tráfico), también el crecimiento global del tejido urbano tiene repercusiones sobre la salud. En primer lugar, las zonas urbanas suelen registrar una gran densidad de población, lo que facilita la difusión de enfermedades transmisibles. En segundo lugar, en esas zonas se concentran gran número de industrias, y la contaminación consiguiente. En tercer lugar, a través del proceso de crecimiento urbano, focos naturales de vectores de enfermedades pueden quedar atrapados en las nuevas áreas urbanas, y pueden crearse nuevos nichos para vectores de enfermedades. Los vectores pueden adaptarse a los nuevos hábitats (urbanos), por ejemplo, los responsables de la malaria urbana, el dengue y la fiebre amarilla. En cuarto lugar, la urbanización ha tenido muchas veces consecuencias psicosociales como el estrés, la alienación, la inestabilidad y la inseguridad, que a su vez han provocado problemas como la depresión y el uso indebido del alcohol y las drogas (Harpham, Lusty y Vaugham 1988; OMS, Comisión de Salud y Medio Ambiente 1992a).
Las experiencias del pasado han demostrado la posibilidad (y la necesidad) de abordar los problemas de salud con mejoras en la urbanización. Por ejemplo, “el notable descenso de las tasas de mortalidad y las mejoras en materia de salud que se consi- guieron en Europa y Norteamérica a comienzos del presente siglo no debieron tanto a los establecimientos médicos como a la mejora de la nutrición y del abastecimiento de agua, del sanea- miento y de otros aspectos de las condiciones de vivienda y de vida” (Hardoy, Cairncross y Satterthwaite 1990).
La solución a los crecientes problemas planteados por la urbanización pasa por una sólida integración entre urbanismo y gestión de las ciudades (aspectos que suelen estar separados), así como por la participación de los distintos agentes públicos, privados y voluntarios que operan en el escenario urbano. La urbanización afecta a una gran variedad de trabajadores. A diferencia de otras fuentes o tipos de problemas de salud (que podrían afectar a categorías específicas de trabajadores), los riesgos profesionales derivados de la urbanización no pueden abordarse únicamente mediante la acción o presión sindical. Exigen una acción interprofesional o, de un modo aún más amplio, una acción de la comunidad urbana en general.
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