El tipo de tecnología utilizada por el trabajador define con frecuencia su cualificación para realizar las tareas y el grado de carga fisiológica y psicológica. Si la tecnología produce una carga de trabajo excesiva o insuficiente, puede producir más estrés y efectos adversos para la salud física (Smith y cols. 1981; Johansson y Aronsson 1984; Ostberg y Nilsson 1985). La tecno- logía cambia rápidamente, obligando a los trabajadores a adaptar continuamente sus conocimientos y cualificación para mante- nerse al día. Además, la especialización actual puede quedarse obsoleta rápidamente. Tal “obsolescencia” tecnológica puede deberse a la descualificación del trabajo y al empobrecimiento de su contenido, así como a una formación y especialización inade- cuadas. Los trabajadores que no cuentan con el tiempo o los recursos necesarios para mantenerse al día en la tecnología pueden sentirse amenazados por ésta y sentir temor ante la posi- bilidad de perder su empleo. Así, los temores de los trabajadores de que su cualificación sea inadecuada para utilizar las nuevas tecnologías son una de las principales influencias adversas de la tecnología, que puede compensarse, evidentemente, con la formación adecuada. Otro efecto de la introducción de la tecno- logía es el temor a perder el empleo debido a la mayor eficiencia de aquella (Ostberg y Nilsson 1985; Smith, Carayon y Miezio 1987).
Las sesiones intensas, repetitivas y prolongadas con las PVD también pueden contribuir a aumentar la tensión y el estrés ergonómicos (Stammerjohn, Smith y Cohen 1981; Sauter y cols.
1983b; Smith y cols. 1992b) y pueden causar molestias o tras- tornos visuales y musculosqueléticos, como se describe en otras secciones de este capítulo.
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