• fase de aprendizaje más corta
• mayores posibilidades de aplicación general de las habilidades
• mejor uso del sistema
• mayor autonomía en el uso del sistema
• reducción del tiempo necesario para realizar una tarea
• menor número de errores
• mayor satisfacción.
Las interfaces eficaces pueden mejorar significativamente la salud y la productividad de los usuarios al tiempo que mejoran la calidad y reducen los costes de su formación. Para ello es necesario basar el diseño y la evaluación de las interfaces en principios ergonómicos y en normas prácticas, ya sean directrices, normas de empresa de los principales fabricantes de sistemas o normas internacionales. En el curso de los años, se ha acumulado una gran cantidad de principios ergonómicos y directrices relativas al diseño de interfaces (Scapin 1986; Smith y Mosier 1986; Marshall, Nelson y Gardiner 1987; Brown 1988). Este bloque multidisciplinario abarca todos los aspectos de las interfaces modalidad carácter y gráficas, así como los criterios de evaluación de las interfaces. A pesar de que su aplicación concreta ocasionalmente supone algún problema (por ejemplo, terminología imprecisa, información inadecuada sobre las condiciones de uso, presentación inadecuada, etc.), sigue siendo un recurso valioso para el diseño y la evaluación de las interfaces.
Además, los principales fabricantes de software han desarro- llado sus propias directrices y normas internas para el diseño de interfaces. He aquí los documentos que recogen dichas directrices:
• Apple Human Interface Guidelines (1987)
• Open Look (Sun 1990)
• OSF/Motif Style Guide (1990)
• IBM Common User Access guide to user interface design (1991)
• IBM Advanced Interface Design Reference (1991)
• The Windows interface: An application design guide (Microsoft 1992)
Estas directrices tienen como objetivo simplificar el desarrollo de interfaces indicando un nivel mínimo de uniformidad y cohe- rencia entre las interfaces utilizadas en la misma plataforma informática. Son precisas, detalladas y bastante completas en varios aspectos y tienen la ventaja adicional de ser bien cono- cidas, accesibles y ampliamente utilizadas. Son las normas de diseño “de facto” que utilizan los que desarrollan los sistemas y son, por lo mismo, indispensables.
Además, las normas de la Organización Internacional de Normalización (ISO) son también valiosas fuentes de informa- ción sobre el diseño y la evaluación de las interfaces. Estas normas se refieren principalmente a la uniformidad entre las interfaces, independientemente de las plataformas y aplica- ciones. Se han elaborado en colaboración con las asociaciones nacionales de normalización, después de discutirlas amplia- mente con los investigadores, diseñadores y fabricantes. La norma ISO más importante sobre el diseño de interfaces es la ISO 9241, que describe los requisitos ergonómicos para las pantallas de visualización de datos y consta de 17 partes. Por ejemplo, las partes 14, 15, 16 y 17 se refieren a cuatro tipos de diálogo persona-ordenador: los menús, los lenguajes de comandos, la manipulación directa y los formularios. Las
normas ISO deberán tener prioridad sobre otros principios y directrices de diseño. Las siguientes secciones tratan sobre los principios que deben condicionar el diseño de las interfaces.
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