Los problemas de vivienda pueden tener también un efecto directo sobre la salud en el trabajo de quienes trabajan en entornos residenciales. Entre esas personas cabe citar las que se dedican al servicio doméstico y un número cada vez mayor de pequeños productores de diversos tipos de industrias rurales. Dichos productores pueden verse afectados también por procesos de producción contaminantes. En algunos estudios sobre este tipo de industrias se han detectado residuos peligrosos, con consecuencias como enfermedades cardiovasculares, cáncer de piel, trastornos neurológicos, cáncer de bronquios, fotofobia y metahemoglobinemia infantil (Hamza 1991).
Para prevenir los problemas relacionados con la vivienda pueden adoptarse medidas en distintas fases del proceso:
1. ubicación (por ejemplo, lugares seguros y libres de vectores);
2. diseño de la casa (por ejemplo, espacios suficientemente amplios y protección climática, utilización de materiales de construcción no perecederos, protección suficiente para el equipamiento);
3. construcción (prevención de los defectos constructivos),
4. mantenimiento (por ejemplo, control adecuado del equipa- miento y detección adecuada).
La inserción de actividades industriales en el entorno residencial puede exigir medidas especiales de protección, dependiendo del proceso productivo de que se trate.
Las soluciones concretas pueden variar mucho de un lugar a otro, en función de las circunstancias sociales, económicas,
técnicas y culturales. Son muchas las ciudades y los pueblos que cuentan con una legislación local en materia de urbanismo y construcción que incluye medidas para prevenir los peligros para la salud. Sin embargo, la legislación no suele aplicarse por ignorancia, falta de control legal o, en la mayoría de los casos, por falta de recursos financieros para construir viviendas adecuadas. Por consiguiente, es importante no sólo elaborar códigos adecuados (y actualizarlos), sino también crear las condiciones necesarias para su aplicación.
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