domingo, 1 de diciembre de 2013

EL CAMBIO CLIMATICO MUNDIAL Y • EL AGOTAMIENTO DEL OZONO

Los principales gases de efecto invernadero son el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, el vapor de agua y los cloro- fluorocarbonos (CFC). Estos gases dejan que la luz solar penetre hasta la superficie de la tierra, pero impiden que escape el calor radiante infrarrojo. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (IPCC) de las Naciones Unidas ha llegado a la conclusión de que las emisiones, básicamente proce- dentes de la industria, y la destrucción de “sumideros” de gases de efecto invernadero por una deficiente ordenación del uso de la tierra, especialmente por la despoblación forestal, han incrementado la concentración de gases muy por encima de los procesos naturales. De no producirse importantes cambios de política, se espera que los niveles de dióxido de carbono preindustrial aumenten hasta generar un incremento de 1,0-3,5 C de la temperatura media mundial en el año 2100 (IPCC en prensa).
Los dos componentes básicos del cambio climático son: a) la elevación de la temperatura, con la inestabilidad y los extremos climáticos de ella derivados, y b) la elevación del nivel del mar por termoexpansión. Estos cambios pueden incrementar la frecuencia de las olas de calor y los episodios peligrosos de contaminación del aire, reducción de la humedad del suelo, mayor incidencia de fenómenos climáticos perturbadores e inun- dación de las costas (IPCC 1992). Entre los efectos para la salud pueden citarse un incremento de: a) la mortalidad y morbilidad relacionadas con el calor; b) las enfermedades infecciosas, en particular las transmitidas por insectos; c) la malnutrición por escasez de alimentos, y d) las crisis de las infraestructuras de salud pública a causa de los desastres climáticos y la elevación del nivel del mar, junto con las migraciones humanas relacionadas con el clima (véase la Figura 53.12).
Los humanos tienen una enorme capacidad para adaptarse
a las condiciones climáticas y ambientales. No obstante, la tasa de cambio climático y potencialmente ecológico que se predice es motivo de gran preocupación tanto para los expertos en medicina como en ciencias de la Tierra. Muchos de los efectos sobre la salud se derivarán de las respuestas ecológicas a unas condiciones climáticas alteradas. Por ejemplo, la extensión de las enfermedades transmitidas por vectores dependerá de cambios en la vegetación y de la disponibilidad de reservorios o huéspedes intermedios, junto con los efectos directos de la tempera- tura y la humedad sobre los parásitos y sus vectores (Patz y cols. 1996). Por consiguiente, para entender los peligros del cambio climático es necesario evaluar de un modo integrado el riesgo ecológico, para lo que se necesitan nuevos enfoques, más complejos que los análisis tradicionales del riesgo, basados en datos empíricos y en la relación causal entre un agente único y un efecto (McMichael 1993).

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