Los factores del ambiente físico se consideran estresores, en la oficina y en cualquier otro lugar. La calidad del aire general y su limpieza contribuyen, por ejemplo, al síndrome del edificio enfermo y a otras respuestas de estrés (Stellman y cols. 1985; Hedge, Erickson y Rubin 1992.) El ruido es un estresor bien conocido que puede causar el aumento del “arousal”, de la presión sanguínea y un estado psicológico negativo (Cohen y Weinstein 1981). Otros ejemplos podrían ser aquellas condiciones ambientales que producen alteraciones sensoriales y dificultan el desempeño de las tareas, aumentando el estrés y la irritabilidad emocional de los trabajadores (Smith y cols. 1981; Sauter y cols.
1983b).
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