Los ordenadores proporcionan eficiencia, ventajas competitivas y la capacidad de desarrollar procesos que no serían posibles de otra forma. Algunas áreas, como el control de procesos de fabricación, la gestión de inventarios, la gestión de registros, el control de sistemas complejos o la automatización de las oficinas se han beneficiado del uso de la informática. La informatización requiere una infraestructura considerable para que funcione adecuadamente. Además de los cambios arquitectónicos y eléctricos necesarios para el uso de las máquinas, la introducción de los equipos informáticos requiere cambios en conocimiento y preparación de los empleados y la aplicación de nuevos métodos de gestión del trabajo. Las demandas de los trabajos que utilizan equipos informáticos pueden ser muy distintas de las de trabajos tradicionales. Con frecuencia, los trabajos informatizados son más sedentarios y pueden requerir más actividad mental y atención en las tareas y, al mismo tiempo, un menor consumo físico de energía. Las demandas de producción pueden ser elevadas, con una presión de trabajo constante y pocas posibilidades para la toma de decisiones.
Las ventajas económicas del uso de ordenadores en el trabajo han restado importancia a los posibles problemas sociales, de salud y seguridad para los trabajadores, como la pérdida de trabajo, los trastornos por traumas acumulativos y el mayor estrés mental. En muchos lugares de trabajo, la transición de formas tradicionales de trabajo a la informatización ha sido difícil y ha producido problemas psicosociales y sociotécnicos importantes para los trabajadores.
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