Está claro que los efectos sobre la salud de las distintas fuentes de energía dependen de la cantidad y el tipo de uso de la energía. Esos factores varían considerablemente según las zonas geográficas. La leña es el cuarto combustible en importancia en el suministro mundial de energía, después del petróleo, el carbón y el gas natural. Cerca de la mitad de la población mundial, especialmente la que vive en zonas rurales y urbanas de los países en desarrollo, depende de la leña para cocinar y calen- tarse (ya sea de la leña misma o de su derivado, el carbón de leña, o, cuando no hay ni una cosa ni otra, de los residuos agrí- colas o el estiércol). La leña representa más de la mitad del consumo mundial de madera, porcentaje que se eleva al 86 % en los países en desarrollo y al 91 % en Africa.
Al considerar las formas de energía nuevas y renovables, como la energía solar, la energía eólica y los combustibles de alcohol, la idea de un “ciclo de combustible” debe abarcar sectores como el de la energía fotovoltaica solar, en que el
funcionamiento del mecanismo prácticamente no comporta riesgo alguno, si bien puede haber un riesgo considerable
—muchas veces ignorado— en su fabricación.
Se ha intentado resolver esta dificultad ampliando el concepto de ciclo de combustible para incluir todas las fases de desarrollo de un sistema de energía —con inclusión por ejemplo, del hormigón que interviene en la planta que fabrica el vidrio para el colector solar. Con respecto a esta cuestión de la integridad, se ha señalando que el análisis “hacia atrás” de las etapas de fabri- cación equivale a una serie de ecuaciones simultáneas cuya solu- ción —si es lineal— se puede expresar como una matriz de valores. Es un enfoque habitual entre los economistas, que lo formulan como análisis de insumo-producto, y ya se han obte- nido las cifras correspondientes, que indican hasta qué punto cada actividad económica depende de las demás —aunque con respecto a categorías agregadas que posiblemente no se corres- ponden de manera exacta con las etapas de fabricación que sería deseable examinar para medir el daño a la salud.
No hay ningún método de análisis comparado del riesgo en la industria de la energía que sea plenamente satisfactorio por sí solo. Cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y ofrece un tipo de información diferente. Dado el nivel de incerti- dumbre existente en los análisis del riesgo para la salud, es nece- sario examinar los resultados obtenidos por todos los métodos para trazar un panorama lo más detallado posible y comprender mejor la magnitud de las incertidumbres conexas
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