Hay grandes incertidum- bres en lo que se refiere a los riesgos a largo plazo para la salud pública asociados a todas las fuentes de energía. Son más o menos iguales en el caso de la energía nuclear y el gas natural, y al menos 10 veces inferiores a los asociados al carbón y el petróleo. Se espera que futuras innovaciones consigan reducir de forma significativa los riesgos derivados de las energías renovables.
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