domingo, 29 de diciembre de 2013

El cambio climático y el agotamiento de la capa de ozono plantean un enorme número de riesgos (II)

El Sistema Mundial de Observación Terrestre es un nuevo sistema patrocinado por el PNUMA, la UNESCO, la OMM, el CIUC y la Organización de las Naciones Unidas para la Agri- cultura y la Alimentación (FAO) y aportará el componente terrestre del Sistema Mundial de Observación del Clima
(OMM 1992).
Entre las medidas para reducir las inevitables consecuencias sobre la salud se encuentran: programas de preparación en caso de desastre; medidas urbanísticas para reducir el efecto de
“islote de calor” y mejorar la vivienda; la planificación del uso de la tierra para reducir al mínimo la erosión, las inundaciones repentinas y la despoblación forestal innecesaria (por ejemplo, deteniendo la creación de pastizales para la exportación de carne); la adaptación de los comportamientos personales, como evitar la exposición al sol, y esfuerzos encaminados a luchar contra los vectores y extender la vacunación. Habrá que tener en cuenta los costes no pretendidos de las medidas de adapta- ción, como un mayor uso de plaguicidas.
La excesiva dependencia de los plaguicidas no sólo conduce a la resistencia de los insectos, sino que también elimina los organismos predadores naturales que son beneficiosos. El efecto perjudicial sobre la salud pública y el medio ambiente derivado del uso actual de plaguicidas se ha estimado entre
100.000 y 200.000 millones de dólares al año (Institute of Medi- cine 1991).
Los países en desarrollo padecerán en una medida mayor y desproporcionada las consecuencias del cambio climático, aunque en la actualidad las naciones industrializadas son más responsables de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
En el futuro, los países más pobres influirán de un modo más significativo en la evolución del calentamiento de la Tierra, tanto por las tecnologías que decidan adoptar a medida que se acelere su desarrollo como por sus prácticas de uso de la tierra. Las naciones desarrolladas tendrán que adoptar políticas ener- géticas más racionales desde el punto de vista ambiental y trans- ferir sin demora tecnologías nuevas (y asequibles) a los países en desarrollo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario