a su vez, permite diseñar interfaces compatibles con las características de las tareas de los usuarios. Todas las tareas tienen dos facetas:
1. La tarea nominal, que corresponde a la definición formal de tarea hecha por la organización. Incluye los objetivos, los procedimientos, el control de calidad, las normas y las herramientas.
2. La tarea real, que corresponde a las decisiones de los usuarios y
a los comportamientos necesarios para la ejecución de la tarea nominal.
El corte entre la tarea nominal y la real es inevitable y deriva de la incapacidad de la tarea nominal de tener en cuenta las variaciones y las circunstancias imprevisibles del flujo de trabajo, así como de las diferencias en la representación mental que los usuarios hacen de su trabajo. El análisis de la tarea nominal no basta para entender completamente las actividades de los usuarios.
El análisis de la actividad examina elementos como los obje- tivos de trabajo, el tipo de operaciones realizadas, su organiza- ción temporal (secuencial, en paralelo) y frecuencia, los modos operativos en que se basa, las decisiones, las fuentes de dificultades, los errores y los modos de recuperación. También muestra este análisis las distintas operaciones realizadas para llevar a cabo la tarea (detección, búsqueda, lectura, comparación, evaluación, decisión, estimación, anticipación), las entidades manipuladas (por ejemplo, en el control de procesos, la tempera- tura, presión, velocidad de flujo, el volumen) y la relación entre los operadores y las entidades. El contexto en el que es ejecutada la tarea condiciona estas relaciones. Tales datos son indispensa- bles para definir y organizar las características futuras del sistema.
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