El ozono estratosférico se está agotando debido básicamente a las reacciones con radicales libres de halógenos procedentes de clorofluorocarbonos (CFC), junto con otros halocarbonos y bromuro de metilo (Molina y Rowland 1974). El ozono bloquea la penetración de la radiación ultravioleta B (UVB), que contiene las longitudes de onda biológicamente más destructivas (290-320 nanómetros). Se prevé que los niveles de UVB se eleven de forma desproporcionada en las zonas templadas y árticas, pues se ha establecido una clara relación entre las latitudes más altas y el grado de adelgazamiento de la capa de ozono (Stolarski y cols. 1992).
Se estima que durante el período de 1979 a 1991 la pérdida media de ozono, ajustada por el ciclo solar y otros factores, fue de un 2,7 % por decenio (Gleason y cols. 1993). En 1993, inves- tigadores que utilizaban un nuevo y sensible espectrorradió- metro en Toronto, Canadá, descubrieron que el agotamiento del ozono ha provocado hasta ahora incrementos locales de la radia- ción UVB ambiental de un 35 % en el invierno y un 7 % en el verano en relación con los niveles de 1989 (Kerr y McElroy 1993). En estimaciones anteriores del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se predijo un incre- mento del 1,4 % de la UVB por cada 1 % de reducción del ozono estratosférico (PNUMA 1991a).
Entre las repercusiones directas sobre la salud del agota- miento del ozono estratosférico, que produce un incremento de la radiación UVB ambiental, figuran: a) cáncer de piel, b) enfer- medades oculares, y c) inmunosupresión. La radiación ultravio- leta puede producir también efectos indirectos sobre la salud al ocasionar daños a los cultivos.
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