La malnutrición es una importante causa de mortalidad en la primera infancia y de morbilidad infantil debido a la inmunosupresión (véase “La alimentación y la agricultura”). El cambio climático podría afectar negativamente a la agricultura introdu- ciendo cambios de largo plazo, como la reducción de la humedad del suelo por evapotranspiración y, de manera más inmediata, con fenómenos climáticos extremos como las sequías, las inundaciones (y erosión) y las tormentas tropicales. Las plantas pueden beneficiarse inicialmente de la “fertilización con CO2”, que puede incrementar la fotosíntesis (IPCC 1990). Pero aun teniendo en cuenta ese fenómeno, la agricultura de los países en desarrollo se verá muy afectada: se estima que en esos países se encontrarán en una situación de riesgo de hambre de 40 a 300 millones de personas más debido al cambio climático (Sharp 1994).
Hay que tener en cuenta también los cambios ecológicos indirectos que afectan a los cultivos, pues puede modificarse la distribución de las plagas agrícolas (IPCC 1992) (véase “La alimentación y la agricultura”). Teniendo en cuenta la compleja dinámica de los ecosistemas, habrá que efectuar una evaluación completa, que vaya más allá de los efectos directos del cambio en las condiciones atmosféricas y/o en los suelos.
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