El cambio climático puede afectar también a la salud pública a través de sus efectos sobre las floraciones nocivas de fitoplancton marino (o algas). El aumento de fitoplancton a escala mundial ha sido consecuencia del escaso control de la erosión, de la generosa aplicación de fertilizantes en la agricultura y de la liberación de aguas residuales en las costas, factores todos ellos que tienen como resultado unos efluentes ricos en nutrientes que fomentan el crecimiento de las algas. Las condiciones que favorecen este crecimiento podrían verse incrementadas con la prevista elevación de las temperaturas de la superficie del mar por el calentamiento de la Tierra. La sobreexplotación de peces y mariscos (consumidores de algas) y el extendido uso de plaguicidas tóxicos para esas especies contribuyen también al crecimiento excesivo del plancton (Epstein 1995).
Los principales ejemplos de enfermedades derivadas de un crecimiento excesivo de las algas son las mareas rojas, que provocan enfermedades diarreicas y de parálisis e intoxicaciones amnésicas por marisco. Se ha comprobado que el Vibrio cholerae se aloja en el fitoplancton marino; así pues, esas floraciones podrían constituir un reservorio ampliado que dé origen a epidemias de cólera (Huq y cols. 1990).
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