La evaluación de las interfaces por los usuarios es una forma indispensable y eficaz de mejorar la utilidad y usabilidad de la interfaz (Nielsen 1993). La interfaz se evalúa casi siempre en formato electrónico, aunque también es posible probar prototipos en papel. La evaluación es un proceso iterativo y forma parte del ciclo de evaluación-modificación del prototipo, que continúa hasta que la interfaz se considera aceptable. Pueden ser necesarios varios ciclos de evaluación. La evaluación puede llevarse a cabo en el edición especial de Behaviour and Information Technology (1994) para obtener una descripción de varios laboratorios de usabilidad).
En algunos métodos de evaluación de la interfaz no participan los usuarios y pueden utilizarse como un complemento para la evaluación de éstos (Karat 1988; Nielsen 1993; Nielsen y Mack 1994). Un ejemplo relativamente frecuente de estos métodos consiste en utilizar criterios como la compatibilidad, la coherencia, la claridad visual, el control explícito, la flexibilidad, la carga de trabajo mental, la calidad de la retroalimentación, la calidad de la ayuda y los sistemas de manejo de errores. Para obtener una definición detallada de estos criterios, consultar Bastien y Scapin (1993); estos criterios constituyen también la base de un cuestionario ergonómico sobre las interfaces (Shnei- derman 1987; Ravden y Johnson 1989).
Después de la evaluación, es necesario encontrar soluciones para los problemas identificados, comentar y aplicar las modifi- caciones y tomar decisiones sobre si es necesario desarrollar un nuevo prototipo.
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