viernes, 24 de enero de 2014

La pérdida de nuevos medicamentos

Las especies vegetales, animales y microbianas son en sí mismas las fuentes de algunos de los medicamentos más importantes de la actualidad y representan una proporción significativa de la farmacopea total. Farnsworth (1990) ha comprobado por ejemplo, que el 25 % del total de recetas dispensadas en farma- cias de la comunidad en Estados Unidos de 1959 a 1980 conte- nían ingredientes activos extraídos de plantas superiores. En el mundo en desarrollo este porcentaje es mucho más alto. Nada menos que el 80 % de la población total de los países en desarrollo, lo que equivale a más o menos dos terceras partes de la población mundial, recurren casi exclusivamente a medicamentos tradicionales en los que se utilizan sustancias naturales, en su mayoría de origen vegetal.
Los conocimientos que poseen los curanderos tradicionales, que se han transmitido oralmente durante siglos, han permitido descubrir muchos medicamentos que son de amplio uso en la actualidad, la quinina, la fisostigmina, la d-tubocurarina, la pilo- carpina y la efedrina, por citar sólo algunos (Farnsworth y cols. l985). Pero esos conocimientos están desapareciendo con rapidez, sobre todo en el Amazonas, al desaparecer los curan- deros nativos y ser sustituidos por médicos más modernos. Los botánicos y farmacólogos están tratando de aprender a toda prisa esas prácticas antiguas, que, al igual que las plantas forestales de que se sirven, están también en peligro
(Farnsworth l990; Schultes l99l; Balick l990).
En busca de sustancias biológicamente activas los científicos han analizado la composición química de menos del 1 % de las plantas conocidas de los bosques higrofíticos (Gottlieb y Mors l980), una proporción similar de las plantas de zonas templadas
(Schultes l992) y porcentajes aún menores de los animales, hongos y microbios conocidos. Pero es posible que en los bosques, los suelos y los lagos y océanos haya aún decenas de millones de especies que no hemos descubierto. Con las extin- ciones masivas que se están produciendo en la actualidad, es posible que estemos destruyendo nuevos remedios para formas incurables de cáncer, para el SIDA, para la enfermedad cardíaca arterioesclerótica y para otras enfermedades que provocan un enorme padecimiento humano.

jueves, 23 de enero de 2014

Otros modelos

Podríamos mencionar otros muchos ejemplos de plantas, animales y microorganismos singulares que poseen el secreto de miles de millones de experimentos evolutivos y que están cada vez más amenazados por la actividad humana, con peligro de perderse para siempre para la ciencia médica.

miércoles, 22 de enero de 2014

Tiburones

Al igual que los osos, muchas especies de tiburones se están viendo diezmadas debido a la demanda de su carne, especial- mente en Asia, donde las aletas de tiburón para hacer sopa alcanzan precios que llegan hasta los 200 dólares el kilo (Stevens l992). Como los tiburones tienen pocas crías, su crecimiento es lento y tardan años en madurar, son muy vulnerables a la sobre- explotación pesquera.
Hace casi 400 millones de años que los tiburones están en la Tierra, y han desarrollado órganos y funciones fisiológicas sumamente especializados que les han protegido de práctica- mente todo tipo de amenazas, excepto del exterminio por parte de los humanos. La aniquilación de las poblaciones y la extin- ción de algunas de las 350 especies existentes pueden repre- sentar una gran catástrofe para la humanidad.
Los sistemas inmunes de los tiburones (y de sus parientes, las distintas especies de rayas) parecen haber evolucionado de tal manera que son casi invulnerables a la aparición de enferme- dades cancerígenas e infecciones. Así como en otros peces y moluscos suelen verse tumores (Tucker l985), son raros en los tiburones. Las primeras investigaciones van en apoyo de esta observación. Por ejemplo, no se ha podido provocar un creci- miento de tumores en tiburones a pesar de la inyección reiterada de sustancias conocidas por su potente carcinogenicidad
(Stevens l992). Investigadores del Massachusetts Institute of Technology han aislado una sustancia, que está presente en grandes cantidades en el cartílago del tiburón de Basking (Lee y Langer l983), que inhibe considerablemente el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos hacia los tumores sólidos, y con ello impide su crecimiento.
Los tiburones pueden ofrecernos también valiosos modelos para desarrollar nuevos tipos de medicamentos con que tratar las infecciones, aspecto especialmente importante en un momento en que los agentes infecciosos están adquiriendo una mayor resistencia a los antibióticos de los que disponemos actualmente

martes, 21 de enero de 2014

Osos

El auge del mercado negro asiático de partes de osos, con la venta de vesículas biliares por su supuesto valor medicinal (a un precio 18 veces superior a su peso en oro) y de garras como exquisitez gastronómica (Montgomery l992), más la persistencia de la caza y la destrucción de sus hábitat han puesto en peligro las poblaciones de osos en muchas partes del mundo. Si llegan a extin- guirse algunas especies, todos seremos más pobres, no sólo porque son criaturas bellas y fascinantes que ocupan importantes nichos ecológicos, sino también porque algunas especies poseen varios procesos fisiológicos únicos que pueden darnos importantes claves para tratar diversas dolencias humanas. Los osos negros que hibernan, por ejemplo, están inmóviles durante un período de hasta cinco meses en el invierno, y pese a ello no pierden masa ósea (Rosenthal 1993). (Los animales que verdaderamente hibernan, como las marmotas y la ardilla terrestre, muestran un marcado descenso de la temperatura corporal durante la hibernación y no se despiertan fácilmente. Los osos negros, en cambio, “hibernan” a temperaturas corporales casi normales y mantienen plenamente la capacidad de respuesta para defenderse al instante.) A diferencia de los humanos, que durante un período similar de inmovilidad (o sin sostener el peso corporal) perderían casi una cuarta parte de su masa ósea, los osos siguen fabricando hueso nuevo, para lo que utilizan el calcio que circula por su sangre (Floyd, Nelson y Wynne 1990). Comprender los mecanismos de cómo logran esa hazaña puede conducirnos a formas eficaces de prevención y tratamiento de la osteoporosis en las personas de edad avanzada (enorme problema que provoca fracturas, dolores e incapacidad), en las personas obligadas a guardar cama durante mucho tiempo y en los astro- nautas sometidos a prolongados períodos sin gravedad.
Además, los osos que “hibernan” no orinan durante meses. Los humanos que no pueden excretar sus productos de desecho a través de la orina durante varios días acumulan un elevado nivel de urea en la sangre y mueren por su toxicidad. Los osos reciclan de algún modo la urea para fabricar nuevas proteínas, incluidas las musculares (Nelson 1973). Si pudiéramos determinar qué mecanismo rige este proceso quizás podríamos obtener trata- mientos satisfactorios a largo plazo para las personas que padecen insuficiencia renal, que hoy dependen de la desintoxicación periódica en las máquinas de diálisis o de los trasplantes.


lunes, 20 de enero de 2014

Ranas venenosas

Toda la familia de las ranas venenosas, las Dendrobatidae, que se encuentran en los trópicos americanos, está amenazada por la destrucción de su hábitat —los bosques higrofíticos tropicales de tierras bajas de Centroamérica y Sudamérica (Brody l990). Estas ranas de vivo colorido, en número de más de 100 especies, son especialmente sensibles a la despoblación forestal, pues viven únicamente en zonas muy concretas del bosque y no pueden hacerlo de forma natural en ningún otro sitio. Los científicos han descubierto que las toxinas que producen, utilizadas durante siglos por los indios centro y sudamericanos para envenenar las flechas y los dardos de las cerbatanas, se hallan entre las sustan- cias naturales más mortíferas que se conocen. Pero son también de enorme utilidad para la medicina. Los ingredientes activos de las toxinas son alcaloides, compuestos de anillo con nitrógeno que se encuentran casi exclusivamente en las plantas (son ejemplos la morfina, la cafeína, la nicotina y la cocaína). Los alcaloides se unen selectivamente a determinados canales y bombas de iones en las membranas nerviosa y muscular. Sin ellos, el conocimiento de esas unidades básicas de la función de la membrana, presentes en todo el reino animal, sería muy incompleto.
Además de su valor para la investigación neurofisiológica básica, las ranas venenosas ofrecen también valiosas claves bioquímicas para la producción de nuevos y potentes analgésicos con un mecanismo de acción distinto del de la morfina, de nuevos medicamentos para las arritmias cardiacas y de nuevos tratamientos para aliviar algunas enfermedades neurológicas como la enfermedad de Alzheimer, la miastenia grave y la escle- rosis lateral amiotrófica (Brody l990). Si se siguen destruyendo al ritmo actual los bosques higrofíticos de Centroamérica y Suda- mérica, estas ranas de enorme valor se perderán.

domingo, 19 de enero de 2014

La pérdida de modelos para la medicina

Hay tres grupos de especies animales en peligro, muy distantes entre sí en el reino animal —las ranas venenosas, los osos y los tiburones—, que constituyen un llamativo ejemplo de cómo importantes modelos para la ciencia biomédica pueden resultar eliminados por los seres humanos.

sábado, 18 de enero de 2014

LA EXTINCION DE ESPECIES, LA • PERDIDA DE DIVERSIDAD BIOLOGICA Y LA SALUD HUMANA

La actividad humana está provocando la extinción de especies animales, vegetales y microbianas a unas tasas que son varios miles de veces más altas que las producidas de manera natural
(Wilson l992) y que se aproximan a las mayores extinciones de la historia geológica. Cuando apareció el homo sapiens , hace unos l00.000 años, el número de especies existentes era el mayor que había habitado nunca la Tierra (Wilson l989). Las actuales tasas de pérdida de especies están reduciendo ese número al más bajo desde el final de la era de los dinosaurios, hace 65 millones de años, y se estima que una cuarta parte del total de especies se extinguirá en los próximos 50 años (Ehrlich y Wilson l99l).
Además de las cuestiones éticas que se plantean —como que no tenemos derecho a eliminar una enorme cantidad de otros organismos, muchos de los cuales aparecieron decenas de millones de años antes de nuestra llegada—, este comporta- miento es en última instancia autodestructivo, pues altera el deli- cado equilibrio ecológico del que depende toda forma de vida, incluida la nuestra, y destruye la diversidad biológica que da fertilidad a los suelos, crea el aire que respiramos y aporta alimentos y otros productos naturales necesarios para la vida, la mayor parte de los cuales están aún por descubrir.
El crecimiento exponencial de la población humana y el aumento aún mayor del consumo de recursos y de la producción de residuos son los principales factores que ponen en peligro la supervivencia de otras especies. El calentamiento de la Tierra, la lluvia ácida, el agotamiento del ozono estratosférico y el vertido de sustancias químicas tóxicas en los ecosistemas del aire, el suelo y el agua dulce y salada llevan en última instancia a una pérdida de diversidad biológica. Pero el factor que más daño causa es la destrucción del hábitat a causa de actividades humanas, sobre todo la despoblación forestal.
Así ocurre especialmente en el caso de los bosques higrofíticos tropicales. Queda menos del 50 % de la superficie cubierta de bosques higrofíticos tropicales en la prehistoria, pero siguen talándose y quemándose a un ritmo de aproximadamente
142.000 kilómetros cuadrados cada año, superficie equivalente a la de Suiza y los Países Bajos juntos; es decir, cada segundo se pierde una superficie de manto forestal equivalente a un campo de fútbol (Wilson l992). Esta destrucción es la principal respon- sable de la extinción masiva de especies del mundo.
Se ha estimado que en la Tierra hay entre 10 y 100 millones de especies distintas. Aun siendo conservadores y estimando en
20 millones el número total de especies en el mundo, 10 millones de especies se encontrarían en los bosques higrofíticos tropicales
y, dadas las actuales tasas de despoblación forestal tropical, sólo en dichos bosques se perderían cada año 27.000 especies, más de 74 al día, tres cada hora (Wilson l992).
En el presente artículo se examinan las consecuencias para la salud humana de esta pérdida generalizada de diversidad bioló- gica. El autor está convencido de que, si la gente comprendiera plenamente el efecto que van a tener estas extinciones masivas
—pérdida de la posibilidad de comprender y tratar muchas

1Este artículo es una adaptación, autorizada, de Chivian, E. 1993. Species Extinction and Biodiversity Loss: The Implications for Human Health. En Critical Condition: Human Health and the Environment, comp. E. Chivian, M. McCally, H. Hu y A. Haines. Cambridge, Mass. y Londres, Inglaterra: MIT Press. Nuestro agradecimiento a E.O. Wilson, Richard Schultes, Stephen Morse, Andrew Spielman, Paul Epstein, David Potter, Nan Vance, Rodney Fujita, Michael Balick, Suzan Strobel y Edson Albuquerque.
enfermedades incurables y, en última instancia, quizás una amenaza para la supervivencia humana—, reconocería que las tasas actuales de pérdida de diversidad biológica representan nada menos que una emergencia médica de evolución lenta y pediría que se diera la máxima prioridad a los esfuerzos encami- nados a conservar las especies y los ecosistemas.